Chichimecas Jonaces de Guanajuato.
Son
misterio, son historia, son leyenda, son sabiduría, son inteligencia, son
raíces ancestrales. Son palabra, oído y canto, son costumbre y tradición. Son
presente, pasado y futuro, ellos son éza’r, personas que viven y que se niegan
a morir.
El
pueblo úza’ habita en la localidad conocida como Misión de Chichimecas,
asentada en el estado de Guanajuato. Los
éza’r, como se autodenominan, son descendientes de los antiguos habitantes de
la Gran Chichimeca, asimismo son el último reducto de esa milenaria cultura.
Los éza’r de Misión de Chichimecas son descendientes de los
antiguos, valerosos e indómitos guerreros chichimecas que habitaron el estado
de Guanajuato antes de la llegada de los españoles y que en el siglo XVI, debido
al avance de la colonización española protagonizaron la gran Guerra Chichimeca
en defensa de su territorio. Guachichiles, guamares, guaxavanes, copuces,
cocas, tecueces y sánzas, todos ellos formaron parte de la miríada de pueblos nómadas
y seminómadas que habitaron el norte y noreste de nuestro país, conocido históricamente
como la Gran Chichimeca. Este vasto territorio abarcaba los actuales estados de
Durango, Coahuila, Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro.
El origen de los éza’r se desconoce; no obstante,
los estudios históricos y lingüísticos apuntan que su lengua guarda parentesco
con la de los pames, los otomíes, los mazahuas, los matlatzincas y los
tlahuicas; y tiene una mayor afinidad lingüística con el pame, incluso hay
quien ha llegado a confundirlas en algún momento; este hecho hace suponer a los
lingüistas que antes eran un solo grupo con una sola lengua y que con el correr
del tiempo se fueron separando.
Misión
de Chichimecas se encuentra al noreste del estado de Guanajuato y al oriente de
la cabecera municipal de San Luis de la Paz con quien comparte el lindero de
colindancia, de hecho se localiza dentro de su jurisdicción.
En cuanto a infraestructura, en Misión de
Chichimecas hay un centro de salud (ssa); un centro de capacitación, que
pertenece al municipio y al estado; dos centros preescolares; dos primarias;
una telesecundaria, y un video-bachillerato, todos son servicios públicos. Hay
también una Casa del Pueblo, un panteón comunitario, tres capillas comunitarias
y tres capillas familiares, toda propiedad del pueblo. Además, opera una
fábrica textil cuyos dueños son de origen coreano, donde trabajan algunos
jóvenes éza’r.
Desde
hace mucho tiempo y hasta el día de hoy, entre los éza’r existen muchos mitos y
creencias que explican su existencia, su forma de interpretar las cosas o de
concebir al mundo. Esta cosmovisión es una amalgama de las ideas prehispánicas
y las de la religión católica y ha sido heredada generación tras generación a
lo largo de siglos hasta llegar a los actuales pobladores de Misión de
Chichimecas.
Así
por ejemplo, se dice que la Virgen de Guadalupe les dio la lengua que hablan y
que San Isidro Labrador les enseñó a cultivar la tierra.
Huastecos De San Luis Potosí
Los huastecos de San Luis Potosí (teenek) es el
grupo maya que se distribuye actualmente en una franja que se extiende por el
norte de Veracruz desde la sierra del otontepec, cruza por tantoyuca y continúa
por el noreste del estado de San Luis Potosí.
Éste se encuentra dividido en 58
municipios, los cuales se agrupan en cuatro regiones geográficas; una de ellas
es la huasteca, que comprende parte de la planicie costera del golfo de México
y una porción de la sierra madre oriental. Aquí conviven teenek, nahuas, pames
y mestizos. los teenek habitan principalmente en los municipios de aquismón,
tanlajás, tampacán, ciudad valles, huehuetlán, san antonio y tancanhuitz de
santos; los nahuas se encuentran asentados fundamentalmente en los municipios
de tamazunchale, axtla de terrazas, xilitla, san martín chalchicuautla y coxcatlan, y los pames en el municipio de
tamasopo. Sin duda, los teenek y los nahuas son los más numerosos e importantes
de estas etnias.
La religión de los teenek antiguos fue el centro de sus
creencias; el mundo sobrenatural sirvió de respuesta a las principales
preguntas, razón por la que encontramos dioses relacionados con las
enfermedades, la muerte, la vida, la danza, la música, el viento, la tierra, la
agricultura, el nacimiento, el sol y la luna.
Entre los dioses principales se encontraban Quetzalcóatl y
Tlazoltéotl; también se rendía culto al sol, a Xipetotec, Tláloc y Xólotl. Los
sacerdotes, además de recibir la confesión de los pobladores, pintaban e
interpretaban los códices. La música y la danza fueron elementos importantes en
sus rituales, donde las sonajas, flautas y teponaxtles, junto con el movimiento
de las piernas, podía llevar a los sabios a la comunicación con los dioses.
Las viviendas teenek se encuentran escondidas entre la
maleza, los árboles y la vegetación; es una estrategia de los habitantes para
resguardarse, porque los árboles les dan sombra en los intensos calores de
primavera y verano, y cobijo en temporada lluviosa. Las casas, en su mayoría,
son edificadas de otate, madera, bambú y varas; el techo es de palma y, a
veces, de lámina. Las casas teenek constan de tres recintos, uno de los cuales
funciona como cocina y los otros dos como habitaciones.
La elaboración de los alimentos corre a cargo de las
mujeres, quienes se las ingenian para dar de comer a la familia y tratar de
cubrir sus requerimientos alimenticios. La base de la alimentación es el maíz,
con el que se elaboran tortillas, bocoles, tamales, bolimes, y zacahuil, entre
otros. Los bocoles son una especie de gorditas de masa, rellenos de frijoles,
queso o carne; los tamales envueltos en hoja de plátano se hacen de masa con
chile y carne.
En las comunidades teenek, el gobierno se encuentra
relacionado de manera íntima con normas y valores morales, y mezclado con
concepciones mágico-religiosas. El trabajo se divide de manera funcional entre
las comunidades, particularmente en la asamblea comunitaria. Es ahí donde se
eligen los cargos de las autoridades civiles y religiosas, y se asignan las
responsabilidades de los diferentes comités.
Nahuas de San Luis
Potosí
Son el grupo indígena más numeroso de México, además del más
extensamente distribuido en términos territoriales. Esta idea es cierta si
consideramos como grupo a los hablantes de una misma lengua: el náhuatl, sin
duda, el idioma vernáculo más hablado en nuestro país. Pero la misma afirmación
es absolutamente incorrecta si admitimos que un grupo étnico no es lo mismo que
un grupo lingüístico.
Los nahuas constituyen el grupo indígena mayoritario en la
porción sur de la región Huasteca. Ocupan, con diversos grados de densidad y
presencia relativa, más de 50 municipios de los estados de San Luis Potosí,
Hidalgo y Veracruz, y desde la época prehispánica comparten su territorio con
los otomíes, tepehuas y totonacos, hacia el sur, y con los teenek o huastecos
hacia el norte.
Los nahuas de la Huasteca se denominan a sí
mismos macehuale o macehualmej, nombre que resalta su condición de subordinados
frente a los mestizos a quienes llaman coyomej o coyotes, mientras que a su
lengua la denominan méxcatl, una forma abreviada de “mexicano”. Saben y afirman
que su idioma y no el español es el verdadero mexicano, pero ello no obsta para
que también lo denominen náhuatl en muchos lugares de la región.
Estos son rasgos que junto con la extendida
práctica del uso de topónimos referidos a particiones del espacio comunitario unifican
a los nahuas de esta parte del país, aunque es preciso considerar que en otros
aspectos, incluida la lengua, encontramos grandes diferencias: en la Huasteca
se hablan por lo menos dos dialectos del náhuatl, identificados no sólo por los
propios hablantes sino incluso por los lingüistas. Gracias a los estudios
especializados que involucran técnicas complejas de análisis, sabemos que estas
variantes son producto de diferentes momentos de penetración de los hablantes
del náhuatl en la Huasteca.
Los nahuas de
la Huasteca, como buena parte de los indígenas mexicanos, basan su economía en
la agricultura milpera, lo cual no obsta para que también lleven a cabo otro
tipo de actividades, como lo es el importantísimo renglón del cultivo del chile
y su procesamiento, a través de técnicas de ahumado y secado de origen
prehispánico, para la obtención del chilpoctli, altamente apreciado en la época
de los aztecas y hasta nuestros días.
Los nahuas de
la Huasteca, como casi todos los grupos indígenas de nuestro país, se organizan
socialmente a través de un sistema de autoridad que tiene tres fundamentos
distintos: el municipio, la propiedad social de la tierra y lo que se ha
llamado el sistema de cargos. En otras palabras, la vida colectiva se estructura
y norma mediante combinaciones particulares de reglas impuestas desde la
sociedad nacional y la tradición histórica propia.
La presencia de
la Iglesia Católica fue restringida en la mayor parte de la Huasteca desde el
periodo colonial. Tratándose de un territorio agreste y apartado de los
principales centros de poder, no contó con una actividad misionera tan
constante ni tan exitosa como sucedió en otras zonas. Y aunque numerosos
elementos del pensamiento cristiano fueron impregnando, al paso de los siglos,
las creencias y las prácticas religiosas de los nahuas y sus vecinos, es
indudable que la matriz prehispánica conservó una gran vitalidad, gracias a que
la conducción del ceremonial se mantuvo en manos indígenas.
Y buena parte de
esta situación sigue vigente hasta hoy. Si bien el sistema de creencias
religiosas entre los nahuas de la Huasteca es uno desde la perspectiva de sus
propios fieles, con fines analíticos podemos hablar de un sistema dual,
paralelo, que en muchas ocasiones produce desavenencias entre los creyentes y
las autoridades eclesiásticas. Veamos, en primer lugar, qué sucede en aquellos
lugares donde el catolicismo es la religión oficial preponderante.
Pames de San Luis Potosi
Los pames se
llaman a sí mismos Xi úi (o sus variantes locales) que significa
"indígena"; este término se utiliza para referirse a toda persona
descendiente de no-mestiza; por lo anterior, y estrictamente hablando, los
vocablos pame y xi'úi no son gentilicios. Sólo cuando hablan en español emplean
la palabra pame para autonombrarse; sin embargo, en la región dicha palabra
está cargada de un sentido peyorativo, razón por la cual tratan de evitarla. la
zona xi'úi comprende cinco municipios: Ciudad del Maíz, Alaquines, Tamasopo,
Rayón y Santa Catarina.
Infraestructura; El ferrocarril
es un medio de transporte que tuvo relativa importancia para los xi´úi, hasta
que llegó el trazo de la carretera. Dentro de la región pame, las estaciones
relevantes son las de Las Tablas, Cárdenas, Canoas, Espinazo del Diablo y
Tamasopo. Finalmente hay una pista de
aterrizaje abandonada, próxima a la comunidad de Cárdenas.
Lengua; En la
actual región xi'úi, además del español, se habla su propio idioma, llamado
génericamente pame; muy próximos geográficamente, se encuentran hacia el
oriente grupos de habla náhuatl y huasteca, aparte de la población indígena que
ha emigrado a la región xi'úi y que habla sus propios idiomas. Es importante
reiterar que no hay sólo un idioma pame, sino al menos dos: pame del norte y
pame del sur, este último aparentemente ha desaparecido a pesar de que a
principios del siglo XX se hablaba en el estado de Hidalgo. El pame del norte,
que es el que se habla actualmente en toda la región xi'úi bien puede dividirse
en dos variantes: el de las áreas de Ciudad del Maíz, Alaquines y La Palma, y
el del área de Santa María Acapulco.
Vivienda; La residencia es de
tipo patrilocal: los recién casados viven con los padres del esposo por espacio
aproximado de un año, cumplido cuando se mudan a su nuevo hogar, casi siempre cercano
a la casa del padre del marido. Cada individuo que forma una nueva familia
construye su vivienda, ayudado por sus familiares y amigos; la construcción de
la vivienda es un asunto exclusivamente masculino.
La casa habitación tradicional
es un jacal de planta cuadrada o rectangular, a veces con uno o dos lados
redondeados, con paredes de una hilera de varilla de madera, o dos hileras que
contienen piedras; en ocasiones las paredes se enjarran con lodo.
Organización
social; En la cultura xi'úi la familia es el núcleo rector, y está formada por
un patriarcado donde se considera la opinión de la mujer para la toma de
algunas decisiones. El miembro más viejo de la familia es el jefe de la misma.
Para integrarse como grupo, los problemas más agudos a los que se enfrentan los
pames son a la dispersión de las comunidades y a la emigración; este último
problema se ha agravado en los años recientes, ya que se ha convertido en un
fenómeno definitivo y de núcleos familiares completos.
Cosmogonía y
religión; Aunque el sistema de creencias religiosas gira alrededor del
catolicismo, se observan entre los xi'úi varias manifestaciones de presumible
origen prehispánico. Entre las más
importantes de éstas aparece el Dios del Trueno, el cual gobierna la vegetación
y es muy respetado; le sigue en importancia el Dios Sol, que se encuentra
conceptualmente fusionado con el dios católico, así como la Diosa Luna,
igualmente acrisolada con los conceptos de ''madre" y "virgen".
Los Pames en Querétaro
Los pames, el
pueblo habitante inmemorial de la región serrana queretana, es base fundamental
de la cultura local, “La mayoría de los Pames actuales viven en el sureste del
estado de San Luis Potosí y otros 600 u 800 habitan en la parte norte del
estado de Querétaro, en la región de Tancoyol, municipio de Jalpan”. Dice la
estudiosa de este pueblo chichimeca, Chemin Bässler.
Los Pames
septentrionales o queretanos que, a sí mismos se llaman Re nye ayyaw, como todo
pueblo milenario de América, llaman al sol, Padre y a la tierra, Madre. Al
salir de cacería, la primera pieza lograda la muestran ritualmente al sol,
mientras derraman su sangre sobre la tierra. Son los cazadores de arco y
flecha, los Tamemes de la frontera entre Mesoamérica y la Gran Chichimeca. Navajas
de obsidiana, cerámica, ritos agrarios y otros vestigios más de su cultura se
encuentran en la zona habitada por este pueblo, en forma inmemorial y ahora
pertenecientes al estado de Querétaro.
El pueblo
mexica tenía en poca estima a los llamados Chichimecas, entre los que se
incluía a los Pames. La causa era su rebeldía y su insumisión. Los pueblos que
formaron la Triple Alianza tuvieron un dominio que abarcó desde Oxtipa hasta el
Pánuco, y en el siglo XV dominaron a los pames- chichimecas. Esta acción fue
imitada por el invasor Hernán Cortés en 1522, dejando como gobernador en la
región a Nuño de Guzmán, quién comerció la esclavitud de los Pames, al grado de
que éstos se negaron a procrear más hijos.
El simbolismo más importante y
unificador que se encuentra entre los Pames y los misioneros es el referente a
la madre de dios y pasa a ser un tema central en la construcción de las
“misiones”, que serán los nuevos teocallis. Dándose un sincretismo o una
apropiación cultural conveniente a ambas civilizaciones, es un acuerdo no
pactado.
Todas ellas,
bellas expresiones del barroco mexicano, llevado a lo máximo de su expresión
por los indios pames y donde dejaron también reflejada su cultura y religión,
en las fachadas, retablos, pinturas, esculturas, etc.
Ante desgracias
climáticas, gracias a los conocimientos de la riqueza silvestre alimenticia y
curativa que les han enseñado sus antepasados, han podido resistir estos
fenómenos, en estas situaciones han sobrevivido con chamal, nopal, frijoles del
monte, raíces de palma y agaves, ratas de campo, tlacuaches, víboras, gusanos
de maguey y de palmas, larvas de avispas, etc.
Matlatzinca del Estado de México
Unicos
descendientes de los aguerridos y poderosos señores que en la época
prehispánica construyeron importantes centros políticos y ceremoniales entre otros
Teotenango y Calixtlahuaca, integrantes también del señorío que dominó el
extenso territorio habitado por otomíes, mazahuas, ocuiltecas y nahuas conocido
como Valle de Matlatzinco, hoy Valle de Toluca.
Su origen y
desarrollo histórico se remontan a épocas muy tempranas; las evidencias
arqueológicas nos revelan una antigüedad de 3,000 años a.C. Este proceso de
poblamiento, a lo largo de varios años, se caracterizó por movimientos,
descensos y crecimientos demográficos, estableciéndose relaciones muy estrechas
entre los habitantes de esta región y los de la vecina cuenca de México, en
particular de Teotihuacan.
Las casas y los
barrios se encuentran muy alejados y desperdigados a lo largo y ancho del
Valle; al lado de cada pequeña casa se encuentran los campos de cultivo. En el
centro del poblado se halla una pequeña plaza en donde se concentra la iglesia,
un centro de salud, un auditorio, el edificio delegacional y dos escuelas de
enseñanza básica (preescolar y primaria). Además, los matlatzincas cuentan con
una telesecundaria y un centro de bachillerato, este último inaugurado
recientemente.
La principal
actividad de subsistencia en San Francisco Oxtotilpan es la agricultura de
temporal y el cultivo básico es el maíz además del frijol y la calabaza.
El Jefe Supremo
constituye la autoridad máxima de carácter tradicional que representa
oficialmente a los matlatzincas de San Francisco Oxtotilpan; este cargo, cuya
vigencia es de tres años, le confiere a quien lo ocupa el poder de
representación ante las autoridades nacionales, estatales y municipales. La persona
que asume este nombramiento, elegida democráticamente, goza de prestigio y de
respeto ante la comunidad.
La comunidad
matlatzinca participa en una intensa vida ceremonial que se refleja en los
momentos del ciclo vital: nacimiento, matrimonio y muerte, así como en las
relaciones rituales y sociales que se derivan de estos acontecimientos, como es
el caso del compadrazgo; estas relaciones perduran toda la vida y entrañan un
gran respeto. Los santos del culto católico que se festejan a lo largo del año.
Mazahuas del Estado de México
La palabra
mazahua es un vocablo nahua que significa "gente del venado". Las
raíces del pueblo Mazahua provienen de la fusión racial y cultural de los
asentamientos tolteca - chichimecas.
Se encuentran
asentados en la región noroccidental y centro-occidental del estado,
mayoritariamente en 13 municipios rurales que son: Villa Victoria, San Felipe
del Progreso, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Villa de
Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca, Temascalcingo, El Oro, Jocotitlán,
Atlacomulco y Valle de Bravo. Desde principios del siglo XVI, los Mazahuas han
ocupado esta zona, que está integrada por una serie de montañas, lomas y valles
en los que predomina el clima frío.
De los municipios donde se
asienta el pueblo Mazahua, nueve tienen un alto grado de marginación: Villa
Victoria, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan
del Oro, Villa de Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca y Temascalcingo; dos,
un grado medio: El Oro y Jocotitlán; y dos un grado bajo de marginación:
Atlacomulco y Valle de Bravo, lo que significa que se trata de una región y un pueblo con grandes
necesidades sociales y económicas. Algunos de estos municipios (San Felipe del
Progreso, San José del Rincón, Villa Victoria y Villa de Allende), tienen población
predominantemente mazahua. En los trece municipios citados se localizan 427
comunidades con diez y más hablantes, de cinco años y más, de la lengua
mazahua.
El vestido de
la mujer mazahua, constituye una preservación cultural, está compuesto de falda
de manta blanca que remata con bordados de motivos zoomórficos o florales.
Sobre esa falda, usa otra de satín, de colores fuertes, como el amarillo, rosa
mexicano, morado, verde, lila y azul rey. La mujer mazahua también utiliza una
faja de lana muy larga, hecha a mano, que alcanza para darle varias vueltas a
su cintura. La blusa es del mismo material y color que los de la falda. El
vestido se adorna con un collar de cuentas de papelillo, de numerosos hilos,
cuyo color contrasta con el de aquél. El adorno se complementa con grandes
arracadas de filigrana y con cintas que utiliza en sus trenzas, que pueden ser
de color rojo, verde o guinda.
En la
organización social tradicional de las comunidades mazahuas, destacan las
figuras vinculadas a sus prácticas religiosas, como los mayordomos, fiscales y
mayordomitos, que son elegidos de acuerdo a sus costumbres y con la
periodicidad que marca el cargo. Sus funciones, por lo general se refieren a la
organización de sus ritos y festividades.
Otra
característica importante la constituye la faena que es una forma de
organización social para realizar trabajos de beneficio comunitario.
La unidad
social entre ellos, los mazahuas la constituye la familia, que puede ser
nuclear o extensa. Entre ellos un compromiso de matrimonio requiere de por lo
menos tres visitas previas a la casa de la novia, por parte de la familia del
novio.
El pueblo mazahua
ha conservado sus expresiones culturales mediante la lengua, la tradición oral,
la música, la danza y las artesanías; su forma de vestir, su visión del mundo y
sus prácticas rituales y religiosas, las cuales han sido transmitidas de una
generación a otra, y más recientemente en su Centro Ceremonial. La lengua
materna constituye el principal vínculo de comunicación e identidad dentro de
la familia y la comunidad. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los casos
de niños que ya no aprenden o que ya no hablan su lengua materna.
La falta de
empleos, el bajo rendimiento de la parcela agrícola y la presión demográfica,
son causas de la migración tanto temporal como permanente, de hombres y mujeres
mazahuas hacia los centros urbanos, principalmente a las zonas metropolitanas
de las ciudades de Toluca y México.
La economía de
las comunidades mazahuas se basa en la agricultura de bajo rendimiento,
particularmente de maíz, cuyo cultivo constituye su actividad económica
fundamental, la cual se complementa con los ingresos obtenidos por la
elaboración de artesanías, así como los que consigue la población migrante, en
actividades de los sectores secundario y terciario.
Tlahuicas del Estado de México
Los tlahuicas o
pjiekakjo presentan una gran afinidad histórico-cultural con los matlatzincas.
Se afirma que provinieron del territorio del Estado de Guerrero (también
afirman que provienen del Estado de Morelos) y se establecieron en el Valle de
Matlatzingo durante el siglo VII. La lengua tlahuica forma parte de la familia
lingüística otomí-pame.
El pueblo
tlahuica es el menor, en cuanto al tamaño de su población, de los pueblos
indígenas originarios del Estado. personas que hablan esta lengua,
principalmente, en las comunidades del municipio de Ocuilan: Ahuatenco, San
Juan Atzingo, Santa Ana, Lomas de Tecalzingo, Santa Lucía, Col. Dr. Gustavo
Baz, San José Totoc y Santa María Nativitas.
En la
actualidad, la vestimenta tradicional ya sólo se usa en las fiestas de la
comunidad y en ocasiones especiales; el vestido del hombre consistía en calzón
y camisa de manta, huaraches y faja enredada en la cintura que puede ser de
diferente color. La mujer vestía blusa blanca bordada de flores y un chincuete
de cambaya sostenido con una faja multicolor.
Los tlahuicas a través de su
lengua, ritos, tradiciones y cultos, sustentan su identidad étnica y cultural.
En el templo de San Juan Atzingo, guardan religiosamente las varas sagradas de
ese pueblo y un teponaxtle también sagrado, que tiene cabeza de felino en el
extremo superior.
Únicamente se sacan las varas sagradas de la justicia y se
toca el teponaxtle en ocasiones muy especiales como el 31 de enero, la Semana
Santa y el 24 de junio; así como en las actos de cambios de autoridades
religiosas y ceremonias propias de este pueblo indígena, como la que hacen cada
año en honor al Sol, al inicio de la primavera.
Gran parte de su
territorio es de tierras comunales y bosques, cuya explotación también ha sido
una ocupación tradicional de los tlahuicas, que utilizan la madera para la
construcción de sus casas, la elaboración del tejamanil y quema de leña para la
preparación de sus alimentos. En menor escala la población se dedica a la
crianza de aves de corral y de ganado menor; y, al igual que los otros pueblos
indígenas, sus integrantes emigran temporalmente a las ciudades, principalmente
cuando el trabajo en el campo es escaso.
La principal
actividad económica de la población tlahuica es de carácter agropecuario. Sus
cultivos son básicamente de temporal y sus principales productos son: maíz y
frijol, para autoconsumo; haba, zanahoria, chícharo y papa tanto para el
autoconsumo, como para su venta en el mercado local y, en algunos casos, el
mercado regional.
Purepechas de Michoacan
Este pueblo
indígena de las regiones lacustre y montañosa del centro de Michoacán se llama
a sí mismo p'urhépecha, y cada uno de sus integrantes es un p'urhé o p'uré que
significa gente o persona; esto implica una autoafirmación como seres humanos y
pueblo en general.
Desde la
Conquista y hasta hace unos cuantos años, este pueblo era conocido como
tarasco; sin embargo, esta denominación es externa y les fue impuesta por los
conquistadores. El actual área p'urhé se
extiende a lo largo de 6 000 km2 de los 60 000 que tiene el estado de
Michoacán, en la región norcentral de la entidad. Esta área se ubica entre los
1 600 y 2 600 msnm y se le denomina P'orhépecheo o Purhépecherhu, que significa
"lugar donde viven los p'urhé". El área se ha subdividido
tradicionalmente en cuatro regiones: Japóndarhu (lugar del lago), Eráxamani
(Cañada de los once pueblos), Juátarisi (Meseta), la ciénega de Zacapu
y antiguamente se agregaba otra región: Jurhío (lugar de la tierra caliente).
Las localidades indígenas se
caracterizan por tener un asentamiento de tipo compacto; hay municipios y
poblados que tienen anexos, esto es, localidades periféricas con unas cuantas
viviendas, por lo que en tal caso, se puede hablar de asentamientos mixtos. La
población mestiza vive sobre todo en los centros urbanos que rodean el área.
El idioma
p'urhé no tiene parentesco lingüístico cercano con ninguna de las lenguas
originales que se hablan en México. Se reconocen tres variantes dialectales: la
de la región lacustre, central y serrana.
Las viviendas
tradicionales pueden ser de adobe o de madera. Las casas de adobe se construyen
en las regiones del Lago y la Cañada y hacia Los Reyes y Tingüindín, mientras
que las de madera se hacen fundamentalmente en la sierra, aunque cada vez más
se sustituyen ambas por construcciones con materiales modernos: tabique,
tabicón, techo colado, láminas de asbesto, cartón o zinc.
Las danzas del
ciclo de la cosecha (otoño-invierno) son las de los Viejitos, los Huacaleros,
los Jóvenes y los Negritos, además de Dos bailadores, la danza del Pescado (en la
región del Lago) y las de Pastores y Vaqueras. El ciclo se cierra con las
danzas del carnaval.
El panteón
p'urhépecha prehispánico estaba dividido en tres grandes grupos: los dioses
mayores, los dioses mediadores y los dioses menores. Entre los mayores se
encontraba Curicaueri, Xaratanga, Thares Upeme y Uazoríquare; entre los
mediadores estaban Curita Caherí, Siruncia Arhan y Auicanime; entre los últimos
se consideraban a los dioses ancestrales del grupo: Zirita-cherengue,
Uacúsecha, Tingárata, etcétera. Estas divinidades se representaban como águila,
fuego, piedra, tuza, caimán, etcétera, y de esta forma intervenían en la vida
cotidiana de los p'urhé. Este pueblo concebía que su origen era divino, por eso
en La Relación de Michoacán la historia comienza en el cielo y la segunda parte
continúa en la tierra.
Otomíes, Michoacan
Los otomíes han
compartido por mucho tiempo el territorio con otros grupos como los
matlatzicas, los mazahuas, los nahuas y los ocuiltecos. Compartir el territorio
es compartir la historia, lo que ha derivado en una afinidad cultural muy
marcada. Los otomíes se encuentran dispersos en varios municipios del estado, y
según los censos oficiales aquellos donde se asienta un número significativo de
hablantes de lengua otomí son: Toluca, Temoaya, Acambay, Jiquipilco, Morelos,
Otzolotepec, Lerma, Chapa de Mota, Aculco, Amanalco, Temascalcingo,
Huixquilucan, Xonacatlán y Atizapán de Zaragoza. Aunque en los municipios de
Zinacantepec, Timilpan y Ocoyoacac, el número de hablantes otomíes ha disminuido,
sus prácticas sociales y religiosas, al igual que su manera de concebir y
organizar la vida en colectivo, mantienen un fuerte vínculo con la cultura
otomiana.
El otomí está considerado como
una lengua tonal, cuyas variantes dialectales dependen de su distribución
geográfica. De acuerdo con la clasificación lingüística, el otomí, junto con el
mazahua, el pame, el ocuilteca, el chichimeca-jonaz y el matlatzinca, pertenece
a las lenguas otomianas, las cuales a su vez pertenecen a la rama otopame de la
familia otomangue.
Los otomíes se nombran a sí
mismos ñähñu, que significa “los que hablan otomí”. La palabra otomí es de
origen náhuatl (singular: otomitl, plural: otomí); pasó al español bajo las
formas otomí (plural otomíes), othomí, otomite, othomite. Según algunos
autores, otomitl provendría del náhuatl otocac, “que camina”, y mitl, “flecha”,
porque, supuestamente, los otomíes, grandes cazadores, caminaban cargados de
flechas.
Una de las
estrategias de los otomíes para asegurar su continuidad como cultura, que
incide en todos los demás ámbitos de la existencia social, es la compleja vida
ceremonial. Ésta se expresa a través de un rico calendario de fiestas y de una
complicada red de santuarios conformada por numerosos puntos sagrados que se conectan
por el peregrinar de hombres y mujeres. La vida ceremonial se manifiesta en el
culto a los santos patronos, en los santuarios regionales y, además, en los
oratorios familiares, culto que aún pervive en la región.
Sin duda, las
danzas, como organizaciones donde convergen múltiples vínculos sociales, son de
vital importancia en la reproducción de la vida ceremonial de los pueblos
ñähñu.
La actividad
agrícola, que gira en torno al cultivo del maíz, está íntimamente ligada a los
ciclos ceremoniales. Las familias otomíes organizan sus actividades alrededor
de los ciclos de cultivo y cosecha. Aunque existen zonas de riego, la mayoría
de las tierras son de temporal; así la alternancia entre la temporada de secas
y la de lluvias determina la organización de la actividad agrícola.
Mazahuas de Michoacán
No se sabe con
certeza sobre el origen de la palabra mazahua. Se dice que proviene del nombre
del primer jefe de este pueblo que se llamó Mazatlí-Tecutli; hay quien piensa
que se deriva del náhuatl mázatl, venado, o bien de Mazahuacán donde hay venado
que es el nombre del lugar de origen de este pueblo. La región mazahua está
situada en la parte noroeste del Estado de México y en una pequeña área del
oriente del estado de Michoacán.
Michoacán tan
solo cuenta con unos cuantos municipios como; Angangueo, Senguio, Tlalpujahua,
Maravatio, Susupuato y Zitácuaro, este último de Mayor población ñatjo en sus
tenencias de Francisco Serrato, Crescencio Morales, Donaciano Ojeda, Nicolás
Romero, Aputzio de Juárez, San Juan Zitácuaro y Carpinteros.
Aunque hay
varias tenencias y municipios mazahuas, dos son las tenencias que conservan una
gran riqueza cultural, artesanal, musical y dancística; Crescencio Morales y
Francisco Serrato. En las demás tenencia se entiende la lengua mazahua pero ya
no se hablan.
La perdida de
la lengua ñatjo en el estado de Michoacán ha tenido un proceso acelerado debido
a factores como la migración, discriminación, racismo, intoleracia étnica etc.
que obliga a la población mazahua adoptar nuevas formas de comportamiento, de
vestimenta y lenguajes distintos alos del lugar de origen.
Danzas; Flautas,
Tambor y Violín, son los instrumentos de tipo ceremonial, que se ejecutan para
las distintas danzas mazahuas; santiagueros, pastoras, arcos, decima, vaqueros,
sonajas, mismas que se danzan en las fiestas religiosas. Acompañan al encuentro
de cirios, flores, lavada de ropa, mandas, tapaderas de flor.
En esta música
los adultos juegan un papel determinante, son ellos, quienes a través del
aprendizaje mediante la vista, oído y memoria, conservan notas que en ocasiones
son difíciles de transcribir y más aún porque ellos no tienen esa posibilidad
de contar con una enseñanza formal de la música y la danza.
Para los
mazahuas la música es fundamental, porque dicen, , por ello es que esta
presente en las fiestas religiosas, culturales, particulares o sociales, donde
la gente se divierte y baila al ritmo del violín, banjo, guitarra, contrabajo o
tololoche, instrumentos que al ser ejecutados armónicamente generan una diversidad
de sonidos musicales que enriquecen y brindan un toque de magia y diversión a
las fiestas.
La creencia
religiosa y la cosmología mazagua es una mezcla del catolicismo y las creencias
indígenas. Los festivales anuales se basan en el calendario católico donde cada
comunidad tiene un santo patrón, la más común de las cuales es Isidro Labrador.
Dos de los más grandes festivales son Exaltación de la Santa Cruz (3 de mayo) y
el Día de los Muertos (2 de noviembre). Danzas tradicionales realizadas en ocasiones
especiales incluyen Danza de Pastoras, Danza de santiagueros y Danza de
concheros.
Las faldas se
sujetan con una faja tejida, cuyos diseños son de gran importancia cultural. La
banda es uno de los elementos más importantes, que se llevan alrededor de la
cintura, que es considerado como el centro energético relacionado con el cosmos
y la Madre Tierra. Estas fajas son tejidas con diseños variados destinados a
transmitir ideas, historias, sentimientos y experiencias. Por ejemplo, una
abundancia de aves en general, indica la belleza, la libertad y la gracia. Sin
embargo, si un pájaro es retratado con una espina en su pierna, puede
significar algún tipo de dolor físico o espiritual. Otro símbolo importante es
una estrella estilizada, al guardián de la noche que trae mensajes y es un
protector de la salud.
Nahuas de Morelos
Los pueblos
indígenas de Morelos se encuentran dispersos en cerca de 16 municipios y son
alrededor de 35 las comunidades nahuas que se concentran principalmente en
Hueyapan, municipio de Tetela del Volcán; Tetelcingo, municipio de Cuautla;
Santa Catarina, municipio de Tepoztlán; Cuentepec, municipio de Temixco y
Xoxocotla, municipio de Puente de Ixtla. El náhuatl es la lengua predominante
en el estado, agrupando alrededor del 36% de los hablantes de lengua indígena.
La geografía
donde habitan los pueblos nahuas no es homogénea y se ubican en tres zonas
ecológicas distintas. La zona norte corresponde a la Sierra Alta, que se
encuentra entre los 2 000 y 4 000 msnm de altitud y se caracteriza por tener un
clima húmedo frío, con una gran área forestal de pinos, oyameles, cipreses,
encinos y cedros. En esta zona se ubican los pueblos nahuatlatos de Hueyapan,
Coajomulco, San Juan Tlacotenco, Ocotepec y San José de los Laureles.
La lengua
náhuatl se encuentra dentro de la subfamilia aztecoide que pertenece a la
familia o grupo yuto-azteca. Este grupo de lenguas emparentadas se habla desde
las mesetas de la gran Cuenca del Oeste de los Estados Unidos hasta algunas
regiones de Nicaragua. Dentro del territorio mexicano el náhuatl es el idioma
con mayor número de hablantes del grupo yutoazteca. Según sus características lingüísticas,
el náhuatl se ha dividido en cuatro grupos: el del este, del oeste, el central
y el septentrional, el de Morelos pertenece al segundo, que utiliza la tl al
final, y usa como prefijo el pretérito.
En Morelos
habitan alrededor de 19 940 indígenas mayores, de cinco años de los cuales el
71.10% hablan el nahua, el 5% el mixteco, el 2% el zapoteco y el resto habla
otras 25 lenguas indígenas de otras partes de México. Un 20% no habla el
español.
Todavía
subsiste la indumentaria tradicional elaborada artesanalmente y usada sobre
todo por la gente mayor. En la vida cotidiana son los ancianos, hombres y
mujeres, quienes portan este vestido; los hombres calzón y camisa de manta, las
mujeres chincuetes (faldas muy amplias enredadas al cuerpo) y blusas repujadas
o huipiles y fajas.
El atuendo
tradicional de un hombre se compone de camisa y calzón de manta, además de
gabán de lana en la zona norte, sombrero y huaraches. Las mujeres de Hueyapan,
usan chincuetes, fajas y rebozos de lana, blusas plisadas de satín o de algodón
e ixcacles.
Estos pueblos
realizan sus fiestas con la magnificencia que sus limitados recursos les
permiten. En todas sus celebraciones la misa católica y los actos litúrgicos
dan pauta a las celebraciones colectivas y a las particulares. Es decir, la
iglesia los reúne y las danzas son el punto por el cual tiene sentido ser de un
determinado pueblo. En estas fiestas se presentan alrededor de 15 danzas
diferentes, entre las que destacan las de las Ramas, Tecuanes, Pastoras,
Chinelos, Gañanes, Aztecas, Tenochmes o Apaches, Contradanza, Moros, Tres
Potencias, Sayones e Inditas.
Las actividades
económicas más importantes son la agricultura y la ganadería; para la primera
se trabaja el hierro forjado, en la manufactura de los instrumentos para la
roza y corte de caña; en esta rama sobresalen los productores de Jojutla y
Cuautla. Para el uso ceremonial y festivo se elabora alfarería, ésta a veces
dedicada exclusivamente a la cerámica para ritual, cerería, papel picado,
mascarería, metalistería y pirotecnia, lo cual se da en llamar artesanía
ceremonial. Su producción sobresale en las comunidades de Tlayacapan, Tepoztlán
y Axochiapan. Hueyapan tiene una gran tradición en el tejido de lana pura para
la confección de vestimenta de uso cotidiano como chincuetes, rebozos, gabanes y
fajas. En Huazulco y Amilcingo se hacen exquisitos dulces de amaranto,
cacahuate y semilla de calabaza. Estos productos se venden sobre todo a nivel
estatal durante todo el año en diferentes ferias, por excelencia en las de
Cuaresma de Morelos. También una artesanía local muy importante en cada una de
estas comunidades son los arreglos de flores naturales para sus diferentes
fiestas religiosas, como son los xochimamastles de Xoxocotla.